Comience el día rodeado del aroma del café recién tostado en una cafetería familiar situada en un edificio histórico. Saboree un café cultivado en la zona, acompañado de un pastelito de azúcar en polvo, y escuche cómo los granos del campo puertorriqueño llegan hasta su taza.
Adéntrese en el casco antiguo hasta llegar a un popular puesto callejero, donde degustará una crujiente empanadilla rellena de sabrosos ingredientes. Es emblemática de las frituras puertorriqueñas y uno de los aperitivos favoritos de los lugareños. A continuación, sáltese las largas colas en la cuna de la piña colada. En el mismo lugar donde se creó este emblemático cóctel, brinde por su mezcla tropical de piña, coco y ron. Después, acomódese en un restaurante familiar para almorzar, donde le servirán mofongo, el plato reconfortante por excelencia de Puerto Rico. El mofongo se prepara con puré de plátanos, carne tierna o verduras. Es contundente, sabroso y un plato que no debe perderse en San Juan. Después, haga una pausa para degustar un helado. Podrá elegir entre un polo o un sorbete de distintos sabores tropicales. Esta pequeña tienda lleva más de una década sirviendo delicias artesanales heladas, y se abastecen de fruta de los agricultores locales de la isla. Por último, termine en una chocolatería artesanal propiedad de una mujer. Este decadente chocolate se elabora con cacao cultivado en la zona. Saboree cacao caliente y pruebe un trozo de su tarta casera.
Con un grupo reducido de un máximo de 12 personas, no sólo comerá bien, sino que conectará con las historias, la historia y la gente que hacen que el Viejo San Juan sea inolvidable.
